- octubre 26, 2020
- in Sin categoría
- by S&R Técnicas y Servicios
- 222
- 0
Ahora que se acerca el frío, y que la prevención de los contagios de covid sigue haciendo necesario ventilar con frecuencia las aulas de los colegios y otros centros, en la comunidad educativa comienzan a cobrar interés las alternativas para asegurar una correcta ventilación en el aula sin que los alumnos tengan que soportar bajas temperaturas. En este sentido, muchos colegios han empezado a adquirir medidores de CO2 y filtros HEPA, que ya se emplean en el interior de aviones o en centros sanitarios.
En algunos casos son los propios padres, preocupados por el frío que hará en las aulas cuando comience el invierno, quienes han comenzado a adquirir estos filtros HEPA, que en ningún caso sustituyen a la ventilación natural, pero que reducen los aerosoles existentes en el ambiente y, por tanto, son una ayuda. En otros casos han sido los ayuntamientos los que han empezado a instalar en las aulas de los colegios estos equipos, que podrían ayudar a no tener que mantener las ventanas abiertas durante la totalidad de la jornada escolar, como ocurre ahora.
Los filtros HEPA (‘High Efficiency Particulate Air’, es decir, filtros de aire de alta eficiencia), son capaces de capturar del ambiente hasta el 99,97% de partículas de tamaño mínimo, entre las que se encuentran los virus y bacterias. Este filtrado se produce de forma mecánica: absorben el aire, lo filtran y vuelven a expulsar el aire limpio.
El debate sobre la necesidad o no de filtros HEPA en las aulas deja opiniones distintas, desde quienes creen que es una medida más, beneficiosa, para prevenir los contagios y más de un catarro en las aulas, hasta quienes opinan creen que estos filtros crean una falsa sensación de seguridad, ya que pueden invitar a no ventilar de forma natural o hacerlo menos de lo necesario.
Por esa razón, ligados a los filtros HEPA, se habla también de los medidores de dióxido de carbono. Estos medidores indican la concentración de CO2 que existe en el ambiente, de modo que permiten hacerse una idea de si el aire se encuentra viciado y si se hace necesaria la ventilación.
Aunque lo que miden estos aparatos es el CO2, que es el gas que expulsamos al respirar, esa concentración sí que sirve como referencia para saber si la calidad del aire es insuficiente y, por tanto, al igual que existe dióxido de carbono, existen también aerosoles en el ambiente.
Lo cierto es que, aun respetando los aforos establecidos para las aulas, ventilar 10 minutos cada ahora parece insuficiente para mantener la calidad del aire por debajo del umbral de 700 partes de CO2 por millón recomendada, aunque últimamente instituciones están elevando ese umbral a 1.000 ppm. Y parece también evidente que las bajas temperaturas que están por venir van a hacer necesarias medidas adicionales que, al margen de la covid, prevengan a los alumnos de enfermar debido al frío en las aulas.